El
campesinado
Durante
el siglo XIX las estructuras agrarias
se mantuvieron con fuerza
a pesar del proceso de urbanización. |
Millet. El Ángelus
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Los campesinos
siguieron constituyendo la mayor parte de la población.
Continuaron inmersos en la tradición,
el inmovilismo, las creencias religiosas
y el rechazo a las nuevas ideas políticas,
ya fuese el liberalismo o el socialismo.
También se resistieron a las nuevas
prácticas económicas. |
Eso
sin embargo, no impidió su asimilación a las
nuevas formas capitalistas
de producción y su conversión en obreros
asalariados rurales. Desaparecieron los vínculos legales que
los había atado a sus señores (servidumbre), algo que aconteció en algunos países muy
tardíamente (1861
en Rusia).
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Millet. Las espigadoras |
Sus condiciones de vida no
mejoraron y generaron un constante flujo migratorio
a las ciudades industriales, donde fueron transformados en mano de obra sin cualificar, mal remunerados
y víctimas del hacinamiento urbanístico.
En algunos casos esa emigración se hizo hacia
países extranjeros y constituyó
un acontecimiento masivo, como el protagonizado
por los irlandeses hacia Inglaterra y Estados
Unidos (que se prolongó hasta bien entrado el siglo
XX) o los polacos que viajaron a Alemania.
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En
el seno de este grupo podemos detectar dos realidades
distintas:
1ª
Los campesinos propietarios
de tierras, relativamente numerosos en occidente,
que se beneficiaron de las reformas liberales y se convirtieron
en propietarios agrarios (Ej., en Francia
a raíz de la Revolución).
2ª
Los jornaleros no propietarios, cuyo número
fue especialmente elevado en zonas del Mediterráneo
(Italia, España) y el oriente
europeo (Rusia, Polonia).
Muchos hubieron de emigrar y, con frecuencia, se adhirieron
a doctrinas revolucionarias vinculadas al anarquismo.
Ideologías del movimiento
obrero